¿Cómo llevar a cabo una demanda por impago?
En cualquier relación económica o contractual, el incumplimiento del pago acordado genera un desequilibrio que va más allá de lo material. Quien no recibe lo pactado siente frustración, impotencia e incluso desprotección.
Sin embargo, cuando el diálogo y los recordatorios fallan, el orden legal ofrece una vía formal para recuperar lo debido: interponer una demanda por impago. Este mecanismo no solo está pensado para empresas o grandes cantidades. Cualquier persona física o jurídica puede acogerse a él si tiene pruebas claras de que existe una deuda exigible.
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Un impago se produce cuando una persona o entidad no cumple con su obligación de pagar una cantidad previamente acordada. No importa si se trata de una factura, una renta, un préstamo entre particulares o una prestación de servicios. Lo fundamental es que exista un acuerdo, preferiblemente por escrito, donde queden reflejados los términos económicos y los plazos de pago.
Cuando estos no se respetan y el deudor no responde a los requerimientos amistosos, es cuando se abre la posibilidad legal de presentar una demanda por impago.
Antes de demandar: agotar la vía amistosa con documentación adecuada
Aunque la vía judicial es perfectamente válida, en la práctica siempre es preferible intentar resolver el conflicto por medios extrajudiciales. Para ello, el acreedor debe dejar constancia formal de sus reclamaciones mediante cartas certificadas, correos electrónicos o, de forma más efectiva, burofax con acuse de recibo. Esto no solo muestra buena fe, sino que también será útil en caso de que el asunto acabe en manos de un juez.
Además, toda comunicación debe ir acompañada de la documentación que sustenta la deuda: presupuestos aceptados, facturas emitidas, contratos firmados o cualquier otra prueba que demuestre la existencia del acuerdo económico.
Este paso previo es fundamental, ya que no solo puede forzar al deudor a pagar sin necesidad de juicio, sino que en caso de llegar a tribunales, será considerado como una actitud razonable por parte del demandante. Actuar con serenidad, dejando constancia de los pasos dados, será una muestra clara de que se ha intentado resolver el conflicto por la vía del entendimiento.
¿Qué tipo de demanda por impago se puede presentar?
En España, el procedimiento más utilizado para reclamar deudas económicas claras, vencidas y exigibles es el procedimiento monitorio. Este proceso no requiere abogado ni procurador en su fase inicial si la cantidad reclamada no supera los 2.000 euros, lo que lo convierte en una herramienta accesible para muchas personas.
Basta con presentar un escrito ante el juzgado de primera instancia del domicilio del deudor, acompañado de toda la documentación que acredite la existencia de la deuda. Si el juzgado admite el requerimiento, notificará al deudor, quien tendrá un plazo de 20 días hábiles para pagar, oponerse o guardar silencio.
En caso de que el deudor no responda, se dictará automáticamente un decreto que permitirá iniciar la ejecución forzosa, como el embargo de bienes, cuentas o nóminas. Si, en cambio, presenta oposición, se abrirá un proceso judicial ordinario en el que sí será necesario contar con abogado y procurador.
Cuando la deuda no cumple los requisitos del monitorio —por ejemplo, si existen dudas sobre el importe o la relación contractual—, también es posible presentar directamente una demanda ordinaria o verbal, dependiendo de la cuantía. En cualquier caso, un profesional especializado en reclamación de impagos puede orientarte sobre cuál es la vía más adecuada para tu situación concreta.
La documentación: base de toda demanda sólida
Uno de los errores más comunes a la hora de plantear una demanda por impago es no reunir previamente todos los documentos necesarios. Un simple impreso o una factura sin aceptación no suele bastar. Para que el procedimiento tenga posibilidades reales de prosperar, es imprescindible aportar pruebas contundentes. Un contrato firmado, un presupuesto aceptado, correos electrónicos donde el deudor reconozca la deuda o incluso transferencias bancarias previas que prueben la relación entre ambas partes.
La seguridad jurídica de tu reclamación dependerá directamente de la calidad de estas pruebas. No se trata solo de demostrar que existe una deuda, sino de acreditar de forma clara y ordenada que hubo un compromiso formal que el deudor ha incumplido de manera evidente.
¿Qué puedes esperar del proceso judicial?
Muchos temen iniciar una demanda por impago por pensar que será un proceso largo, costoso y complejo. Sin embargo, el sistema judicial español ha simplificado notablemente los mecanismos de reclamación de deudas.
El procedimiento monitorio, en particular, suele resolverse con bastante rapidez, especialmente si el deudor no presenta oposición. En caso de juicio, los plazos dependerán del juzgado correspondiente, pero el objetivo es siempre el mismo: lograr una resolución que reconozca la deuda y permita ejecutar el pago por la vía legal.
Durante todo este proceso, es importante estar bien asesorado. Un profesional no solo te guiará en los aspectos legales, sino que también te ayudará a mantener la calma, valorar si merece la pena seguir adelante y evitar errores formales que puedan echar por tierra tu reclamación.
El momento adecuado para demandar
Muchas personas esperan demasiado antes de actuar, bien por miedo, desconocimiento o simplemente por confiar en que el deudor terminará pagando. Sin embargo, cuanto más se retrase el inicio de la reclamación, más difícil puede ser recuperar el dinero.
Además, algunas deudas prescriben en plazos relativamente cortos, lo que significa que si no se reclaman en tiempo y forma, ya no se podrá exigir su pago.
Por eso, si llevas semanas o meses esperando y el deudor no da señales de pago, el mejor momento para interponer una demanda por impago es ahora. Cuanto antes pongas en marcha los mecanismos legales, más opciones tendrás de éxito y menos probabilidades habrá de que el deudor desaparezca, se insolvente o transfiera su patrimonio.







